HABLEMOS DE OBESIDAD, CAMBIEMOS LA PERSPECTIVA INDIVIDUAL PARA RESOLVERLO ENTRE TODOS. 

Cada 4 de marzo, se conmemora el Día Mundial de la Obesidad. El exceso de peso y la obesidad, es un problema de salud que muchas veces se convierte en un tema tabú, tanto en la consulta, como entre  el equipo de salud entre sí, en la familia, y en la comunidad.  Es un problema que genera un silencio atronador, ya que  está presente en las  familias, hogares, sociedad, en el consultorio y en el trabajo. 

El lema de este año a nivel mundial plantea un punto de inflexión, proponiendo que: es responsabilidad de todos hablar de obesidad, con el propósito de co-construir soluciones, desde un marco de respeto, sin que haya ofensas, y que deje de ser una estigmatización, así como de ser usado como agresión o destrato. Que la persona con obesidad sea respetada en sus logros y dificultades y se le ayude de manera integral a lograr un peso óptimo para su salud. 

Traigamos el tema, hablemos de obesidad, que no sea un tema personal o individual. Amplifiquemos la voz para que esta condición con consecuencias médicas, emocionales y sociales sea escuchada y entendida. 

Es necesario generar conciencia, advertir el problema e ir creando caminos de prevención y de bienestar para las personas que viven con obesidad y para la comunidad. Solo podemos cambiar aquello que conocemos. Con un involucramiento mayor es posible agilizar y articular estos caminos, y que tengan un impacto abarcativo.

Hablemos del tema… 

Quizá la conversación no sea de las más fáciles, ayudará sin dudas dejar de lado el estigma, el prejuicio, la autocompasión, las culpas e iniciar la identificación de estas situaciones como problemas de salud. 

Tener exceso de peso no significa “estar más sanito”. 

La obesidad es una situación crónica, compleja y multicausal, con carácter  pandémico, que puede ser controlada. Tiene consecuencias en la salud  en todas las áreas de la vida. Sin embargo aún en muchos lugares, el exceso de peso se considera un signo de prestigio. Este punto de vista, se refiere muchas veces a los niños. 

Un niño con exceso de peso es probable que tenga la presión elevada para su edad, tiene también mayor riesgo de tener colesterol elevado  y tendrá predisposición a la Diabetes, también existe una alta asociación con un comportamiento sedentario prolongado y con un bajo nivel de actividad física (AF) diario.  Todo esto va generando un impacto metabólico. 

Además tendrá más riesgo de tener obesidad al ser adulto, y de tener enfermedad cardiovascular o alguno de sus factores de riesgo.  

Es tiempo de cambiar la perspectiva. 

Es un problema de salud. 

En el mundo, hay más de 800 millones de personas viviendo con obesidad.  Esto llevará de la mano al aumento de la Diabetes y la Enfermedades Cardiovasculares. 

En Uruguay, en 2013, se encontró que el 65 % de la población adulta tenía algún grado de sobrepeso u obesidad. Estudios en otros grupos de edad mostraron una presencia alarmante de esta condición como el estudio de ANEP 2019 con cerca del 40% de los escolares del país con exceso de peso.

Si bien, la obesidad es un problema de salud, no siempre es concebido como tal y con frecuencia ocurre que, la persona con exceso de peso se siente incómoda, no toma la decisión de pedir ayuda para buscar modificar sus hábitos y así  encaminarse hacia  la solución del problema.

El primer paso es tomar conciencia y aprender que un cambio de estilo de vida es posible, también contar con ayuda, no estamos solos en ese camino. 

Otro obstáculo que podemos encontrar es que, en ocasiones sucede que el equipo de salud no está preparado para ayudar de manera óptima. 

En ese sentido, es tiempo de cuestionar algunas prácticas, las propias actitudes y dificultades para poder trabajarlo. Quizá también sea el momento de dar apoyo y capacitación especial a los equipos de salud, en el abordaje de éste tema; jerarquizando la importancia de la prevención con alertas tempranas, e intervenciones oportunas. 

Proteger el corazón: La salud cardiovascular se ve afectada por el exceso de peso en sí y por su impacto en el metabolismo y sistemas del organismo. Transitar hacia un peso saludable, incrementar el nivel de actividad física realizandola cada día y adoptar una alimentación saludable, bajará los riesgos y brindará mayor bienestar.

Pero cambiemos la perspectiva, es un tema para resolverlo entre todos.
No solo es un problema de la persona que vive con obesidad y de los equipos de salud. 

La sociedad en su conjunto forma parte de la solución. Entre otras cosas, porque es un problema que comienza en la infancia. En la decisión de las elecciones que tomamos en cuanto a la alimentación de nuestros niños. En éste sentido, hace falta lograr coherencia en cuanto a la formación de hábitos de alimentación y estilos de vida. En casa, en la escuela, en la celebración de cumpleaños infantiles, proponer una alimentación con altos contenidos de frutas y verduras y bajos en grasas y ultraprocesados.  

Las enfermedades no transmisibles son  resultado de una historia de estilo de vida no saludable, se desarrollan en el tiempo de manera silenciosa, y aunque muchas veces las asociamos a personas de mayor edad, pueden comenzar en la gestación o en en la infancia, y ya también a manifestarse.  Muchas veces es el exceso de peso el elemento visible, se debe atender ese alerta a toda edad y  en todos los ámbitos: familiar, trabajo, centro de estudios, club deportivo.

Hablemos del tema, coloquemos el problema y su complejidad sobre la mesa.

El entorno y el sistema alimentario: Las condiciones de vida, el nivel socioeconómico, educativo cultural, el sistema de creencias y prácticas, otras afecciones pueden ser determinantes o influir en el desarrollo o perpetuación de la obesidad. 

De las raíces de la obesidad se destaca la calidad y cantidad de la alimentación. Un entorno puede ser obesogénico y facilitar y promover la obesidad desde la gestación, el ambiente, la sociedad y la falta de políticas en este sentido.

La publicidad y la venta de productos de pobre calidad nutricional, sabrosos y a precios bajos son parte de ese entorno que fomenta el aumento de peso. La dificultad en el acceso a una alimentación saludable, la falta de educación en habilidades para la salud, también son parte del problema. 

 

No solo la alimentación importa, sino también, ¡el movimiento! 

 

Identificar las barreras y dificultades para realizar actividad física y ejercicio son aspectos a considerar en la complejidad del tema.  El plan mundial 2018-2030 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), promueve el desarrollo de estrategias para la creación de sociedades, entornos, poblaciones y sistemas activos, en este sentido la accesibilidad y adaptación de las propuestas para promover un estilo de vida activo debe incluir a la población de personas con sobrepeso y obesidad. Cada minuto de actividad física y cada paso que se agregue a su rutina diaria aporta beneficios. 

No es necesario realizar actividades prolongadas o de alta intensidad para reducir el riesgo para la salud de esta población.

¡Algunas ideas para incorporar el movimiento! Actividades intervaladas de al menos 2 a 5 minutos, con pausas para recuperación, repetidas varias veces al día aportan beneficios y reducen el tiempo prolongado en condiciones de sedentarismo..

Aunque no se generen cambios evidentes en el peso, el incremento en los niveles de actividad física y la reducción del tiempo prolongado sentado o en condiciones de sedentarismo, mejoran el perfil de salud de las personas. 

Pedí ayuda, hablemos del tema con compromiso y transformemos esas palabras en acciones.