Actualmente la mayoría de los países tienen políticas de AF (92% de los países relevados por el Observatorio Mundial de la Actividad Física), esto representa un progreso significativo desde mediados de la década de 2000, cuando solo el 29% de los países relevados tenían políticas de AF, pero su implementación y la efectividad de sus acciones es generalmente de baja a moderada (solo 62% disponen de guías o pautas de implementación de acciones) (1).
Las políticas de reducción del comportamiento sedentario están menos disponibles, son menos integrales y eficaces que las políticas de AF (estás políticas se encontraron solamente en el 62% de los países analizados por el observatorio, solo un 40% de los países mostró el desarrollo de pautas o guías para la implementación de dichas acciones) (1).
La actividad física (AF) insuficiente y el comportamiento sedentario (es decir, actividades en postura sentada o reclinada con un bajo gasto energético) son conjuntamente responsables de alrededor del 13% de las muertes a nivel mundial. Junto al tabaquismo, la dieta poco saludable y el consumo excesivo de alcohol representan factores de riesgo mayores para el desarrollo de enfermedades no transmisibles.
En 2018, la OMS lanzó el Plan de acción mundial (2018-2030) instando a los países de todo el mundo a implementar acciones de política que respalden los esfuerzos para reducir los niveles de inactividad física y comportamiento sedentario, para así contribuir a alcanzar el objetivo global de una reducción relativa del 15%, en la prevalencia de AF insuficiente para 2030 (2).
En este marco el personal de salud juega un rol imprescindible y el conocimiento y la investigación sobre sus hábitos y acciones es una herramienta prioritaria.
Parece justificado en base a los datos recabados, promover sistemas de vigilancia de salud pública para monitorear la prevalencia del tiempo sentado, ello puede ayudar a orientar las intervenciones, evaluar y promover políticas de salud pública, en este sentido la utilización de cuestionarios como el GPAQ o el IPAQ mostraron ser adecuados (3).
El aproximarse a comprender por qué las personas son físicamente activas o inactivas contribuye a la planificación basada en la evidencia de las intervenciones de salud pública, ya que de esta forma los programas se podrían dirigir hacia los factores que se sabe causan la inactividad física.
Como todos los hábitos saludables que se convierten en un estilo de vida, el abordaje para estimular los cambios en éstos es multinivel, ya que se basa en modelos de comportamiento afectados o influenciados por aspectos personales, familiares, comunitarios y gubernamentales. Es indiscutible la evidencia de cómo el estilo de vida está asociado a la ocurrencia o prevención y combate de las ENT (4, 5, 6).
Por todo lo anterior, una intervención a nivel de los estudiantes universitarios, tendría importante impacto en la salud no sólo por la acción directa en la promoción de sus propios hábitos de vida como principal herramienta de prevención de ENT, sino también por el efecto que tendría en la multiplicación del mensaje en la consejería de la práctica clínica diaria.
El estilo de vida puede ser transferido en la práctica profesional a través de la consejería (prevención primaria y secundaria), ya que los médicos que practican hábitos de vida saludables en general muestran un mensaje más creíble, coherente y motivador para los pacientes (7).
En función de lo planteado, la Comisión Cardiovascular participó de una investigación cuyo objetivo fue identificar, cuantificar y relacionar hábitos saludables, percepción de los mismos e importancia que se le da a la consejería en prevención, en una muestra de estudiantes de Facultad de Medicina al inicio (1º y 2º año) y avanzados en la carrera (5º año).
El estudio se desarrolló durante 2018-2019 en la Universidad de la República (UDELAR). Luego del mismo se elaboró un informe técnico-ejecutivo que se presenta en el siguiente link:
Referencias:
1 – Extraido de: https://redexernet.com/2021/01/29/country-cards-observatorio-mundial-de-la-actividad-fisica-gopa/
2 – Extraido de : chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/viewer.html?pdfurl=https%3A%2F%2Firis.paho.org%2Fbitstream%2Fhandle%2F10665.2%2F50904%2F9789275320600_spa.pdf%3Fsequence%3D6%26isAllowed%3Dy&clen=702970
3- Arango-Vélez, E. F., Echavarría-Rodríguez, A. M., Aguilar-González, F. A., & Patiño-Villada, F. A. (2020). Validación de dos cuestionarios para evaluar el nivel de actividad física y el tiempo sedentario en una comunidad universitaria de Colombia. Revista Facultad Nacional de Salud Pública,38(1).
4 – Bazex, J., Pene, P., & Riviere, D. (2012). Physical activities and sport; implications for health and society. Bulletin de L’academie Nationale de Medecine, 196(7), 1429-1442.
5 – Bauman, A., Ainsworth, BE, Sallis, JF, Hagströmer, M., Craig, CL, Bull, FC, … & IPS Group. (2011). La epidemiología descriptiva de sentarse: una comparación de 20 países utilizando el Cuestionario Internacional de Actividad Física (IPAQ). Revista estadounidense de medicina preventiva, 41 (2), 228-235.
6 – Hallal, P. C., Andersen, L. B., Bull, F. C., Guthold, R., Haskell, W., Ekelund, U., & Lancet Physical Activity Series Working Group. (2012). Global physical activity levels: surveillance progress, pitfalls, and prospects. The lancet, 380(9838), 247-257.
7- Frank, E., Breyan, J., & Elon, L. (2000). Physician disclosure of healthy personal behaviors improves credibility and ability to motivate. Archives of Family Medicine, 9(3), 287.