El domingo previo a la Semana del Corazón el Diario El País publicó una nota tapa del suplemento «Domingos» sobre las enfermedades cardiovasculares. Fueron entrevistados en esta nota el Dr. Mario Zelarayán, la Lic. Nut. Gabriela González y la Dr. Cecilia del Campo, miembros de la Comsión Honoraria para la Salud Cardiovascular.
GABRIELA VAZ 28 de setiembre de 2014
Recién despuntaba febrero. Rodolfo venía de pasar un mes de vacaciones por la feria judicial y acababa de reintegrarse a su estudio de abogados. Fue cuando cortó el teléfono, luego de hablar con un cliente, que lo sintió: un puñal le atravesó el pecho. O así lo vivió él, tal fue el intenso dolor que experimentó. La sensación se extendía hasta la espalda, no podía respirar. La ambulancia llegó tan rápido como el diagnóstico del médico: «Usted está sufriendo un infarto», le dijo. Electrocardiograma, internación, dos arterias obstruidas, cateterismo, dos stents. «Cuando me dieron el alta, salí bastante eufórico, recibí mucha gente en casa que me venía a ver. A la noche tuve una recaída, me vino una sensación de ahogo y en la madrugada me internaron otra vez. No supieron bien qué era. Yo interpreto que estaba muy asustado», cuenta Rodolfo (65) siete años después de ese episodio bisagra en su vida.
La experiencia del infarto le resultó removedora en muchos planos. Cambió sus hábitos, pero también su perspectiva. «Para mí el tema salud no existía. Tenía la postura de que esas cosas (las enfermedades) siempre le pasan a otros, nunca a uno mismo», reflexiona. Sucede que en Uruguay «los otros» son muchos, demasiados, por lo que la posibilidad de que le toque «a uno mismo» resultan muy amplias.
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el país, conformando el 30% de la totalidad. Cada día, 25 uruguayos fallecen por alguna patología cardiovascular, de acuerdo a datos del Ministerio de Salud Pública. Y si bien la mortalidad por ataques cardíacos y cerebrovasculares viene en descenso, el 57% de los uruguayos adultos posee tres o más factores de riesgo para desarrollar una enfermedad de este tipo.
La buena noticia es que la mayoría de esos factores son controlables, por lo que los males coronarios se pueden prevenir. De hecho, estudios internacionales han demostrado que si esas variables que están bajo dominio humano se eliminaran, las patologías cardiovasculares se reducirían hasta en un 90%.
A eso apuntará la Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular (CHSC) en la Semana del Corazón que comienza mañana, cuando se celebra el Día Mundial del Corazón. Actividades en todo el país (ver recuadro) intentarán que la gente tome conciencia de la importancia de la situación y que intente cambiar los malos hábitos, eliminando así los factores de riesgo.
«Nadie tiene un problema coronario de un día para el otro. La génesis de un infarto, por ejemplo, está en el nacimiento; no empieza en la edad adulta. El organismo da una infinidad de chances a la persona para redimirse y evitar el infarto 30 o 40 años antes de que se produzca la explosión. A veces hay avisos previos y a veces, no», dice el médico cardiólogo Mario Zelarayán, director ejecutivo de la CHSC.
Vale aclarar que cuando se habla de enfermedades cardiovasculares la referencia es hacia patologías de todo el aparato circulatorio, que además de la cardiopatía isquémica (infartos) abarca las cerebrovasculares (derrames cerebrales), las renales y la arteriopatía de miembros inferiores. Las más comunes, tanto en Uruguay como en el resto del mundo, son las dos primeras.
ALERTAS
«Yo era gordito, estresado y sedentario», dice Rodolfo cuando se le pregunta por el estilo de vida que llevaba previo al infarto que sufrió a los 58 años. Lo enumera rápido, como de memoria, y enseguida agrega: «Todos los requisitos que están primeros en el ránking». Es verdad. Entre los factores de riesgo para desarrollar una enfermedad coronaria aparecen la obesidad, el estrés y el sedentarismo, acompañados de la mala alimentación, la hipertensión y la diabetes. No obstante, el factor que lidera la lista es el tabaquismo, que se erige como la principal causa de muerte evitable: la mitad de las personas que fuman fallecen por culpa del cigarro.
Rodolfo dejó de fumar a los 30 años, así que en su caso la incidencia del tabaco no fue determinante. También asegura que, aunque estaba pasado de peso, comía de forma «bastante correcta», sin pasarse en grasas ni sal. Su sedentarismo, en cambio, era innegable. «Nunca fui de caminar y por mi trabajo permanecía sentado en un escritorio por muchas horas».
Sedentarismo y falta de actividad física son cosas diferentes. Una cosa es no ir al gimnasio, practicar un deporte o hacer ejercicios de cualquier tipo; y otra es la ausencia de movimiento al punto que se asimila con estar en reposo: la principal «actividad» sedentaria es estar sentado.
Por eso, si alguien realiza una hora de ejercicio todos los días, pero luego pasa ocho horas de corrido atado a una silla delante de una computadora, no está haciendo las cosas bien. «Por un lado me protejo y por el otro no, ya que las vías metabólicas del sedentarismo son distintas a las de la actividad física», explica Cecilia del Campo, médica deportóloga de la CHSC.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda realizar 150 minutos semanales de actividad física aeróbica moderada para los mayores de 18 años (en niños, el consejo es de una hora diaria de ejercicio moderado a intenso). Esos 150 minutos se pueden alcanzar no sólo yendo a un gimnasio; basta con caminar al trabajo, hacer las tareas de la casa, barrer la vereda, sacar a pasear al perro o subir y bajar escaleras en lugar de tomar el ascensor. No obstante, esto no compensa el sedentarismo que significa estar sentado gran parte del día.
¿Qué pueden hacer las personas cuyo trabajo los mantiene sentados frente a un escritorio durante ocho horas? Cortar el tiempo con breves recesos. «Por cada hora sentado, se recomienda levantarse diez minutos. Solo caminar un poco tiene un impacto muy positivo en la salud. Si estás hablando por teléfono, hacelo parado o caminando. Andá al baño, subí la escalera, salí a comprar la comida en lugar de pedirla, en vez de mandarle un mail a un compañero andá hasta su escritorio. Todo eso genera el hábito de moverse. Estamos diseñados para caminar mucho, correr un poco y estar sentados casi nada; hemos invertido eso absolutamente», justifica Del Campo, al tiempo que cita estudios que han demostrado que «cuanto más tiempo estás sentado en el día, más chances tenés de morir antes».
El movimiento es tan importante que se ha demostrado que gente con sobrepeso pero buena condición física tiene una protección cardiovascular mucho mayor que personas flacas mal acondicionadas.
ALIMENTACIÓN
La comida es el otro ítem fundamental en un plan de vida saludable. La mala alimentación, la obesidad, la diabetes y la hipertensión son factores de riesgo para enfermedades coronarias que tienen que ver con qué se pone en el plato.
Más allá de la generalidad de comer sano, sobre todo incluyendo más porciones de frutas y verduras y eliminando las grasas para cuidar los niveles de colesterol, una de las mayores preocupaciones de la CHSC es la gran prevalencia de hipertensión que existe en Uruguay, sobre todo porque la mayoría de los que la padecen no están controlados. Uno de cada tres uruguayos la sufre.Pero mientras el 34% de éstos se cuida en la dieta -una tasa similar a la del resto del mundo-, el otro 66% se reparte entre gente que tiene hipertensión y está mal controlada y gente que tiene hipertensión y ni siquiera lo sabe. «Es el gran drama de las enfermedades cerebrovasculares», apunta Zelarayán, y agrega que un hipertenso controlado tiene cinco veces menos chance de morir por alguna de estas enfermedades que uno que no lo está.
La licenciada en Nutrición Gabriela González admite que Uruguay está lejos de cumplir con la recomendación de la OMS de consumir cinco gramos de sal por día; los uruguayos consumen diez gramos diarios. «La hipertensión está directamente asociada al consumo de sal, el bajo consumo de frutas y verduras, la falta de ejercicio y el consumo de alcohol. Pero el más importante y el de mayor costo efectivo es el de la sal, porque si la reducís en poco tiempo notás los beneficios», aclara.
La presión arterial alta, o hipertensión, implica que la sangre que corre a través de las arterias lo hace con demasiada fuerza y ejerce presión sobres sus paredes. Por eso es necesario controlarla ya desde los 3 años de edad -entre 2% y 4% de los niños padecen hipertensión-. El colesterol, en tanto, se debe registrar desde los 6 años. En ambos casos, si los valores detectados son normales, la evaluación se repetirá recién un lustro más tarde.
EMOCIONES
«El desafío de ser exitosos en combatir causas prevenibles de enfermedades cardiovasculares es tremendo, porque implica tratar de hacer cambiar a personas adultas, algo que es muy difícil. Los adultos no cambiamos», reconoce el médico cardiólogo Jorge de Paula. En esa línea, cita a su colega español Valentín Fuster, quien en el Congreso Mundial de Cardiología de 2008 opinó que «el infarto de miocardio se produce por una falla de la conducta humana, en una sociedad consumista e hiperacelerada que está fuera de control».
Pero más allá de los hábitos, lo más difícil de cambiar y dominar son las emociones. Rodolfo cuenta que en los albores de su vida post-infarto, lo más complicado de seguir no eran las recomendaciones de modificar la dieta o moverse más, sino la indicación de evitar el estrés. Además, el episodio en sí lo removió mucho. «El hecho de vivir un evento de esa naturaleza, en la que no gobernás para nada la situación, te deja muy shockeado. Yo pasé todo ese año sumamente asustado. Si te duele un poco el hombro, enseguida pensás que tiene que ver con lo que te pasó. Tuve que ir al psicólogo para superar esos temores, pero sobre todo porque me produjo un estado depresivo», cuenta.
Luego del infarto, Rodolfo no solo tuvo que cambiar su rutina y costumbres, trabajar menos horas y darle más lugar al disfrute; también debió incorporar medicación. Uno de los cuatro fármacos que tiene indicados se lo proporciona el Fondo Nacional de Recursos, a condición de que concurra a grupos de recuperación que su mutualista gestiona entre personas que sufrieron eventos coronarios para que den sus testimonios. «Al principio pensaba: `Pah, tengo que bancarme esto`. Pero después siempre salía con la sensación de que había sido muy provechoso, de que algo sacaba de ahí. Todo el mundo cuenta lo que le pasó y el hecho de sacar afuera lo sucedido y cómo se está viviendo está bueno. Sirve para tomar conciencia de que uno es un enfermo crónico, porque uno se siente curado. Tendés a olvidarte de lo que te pasó porque te reclaman otras cosas, normalizás tu vida, no estás pensando en eso todo el tiempo. Y cada tanto, compartir lo que me pasó, recordarlo, me ha hecho muy bien».
Rodolfo asegura que no necesita trasladar la preocupación por el cuidado de la salud a sus hijos pues cree que ellos son mucho más conscientes de los factores de riesgo y llevan por sí solos una rutina sana. A eso se apuntará esta semana.
Los avisos frente a los que hay que visitar al cardiólogo
¿Cuáles son los síntomas más elocuentes de la aparición de un problema coronario? «Cualquier dolor desde la mandíbula a la boca del estómago, en personas de más de 35 años», dice el médico cardiólogo Jorge de Paula, al explicar que ya a partir de esa edad se pueden padecer complicaciones en las arterias que pueden dar lugar a dolor de tipo isquémico, como preámbulo de un infarto cardíaco. «Es oportuno destruir el mito de que el corazón no duele. El corazón duele, y es bueno estar atento a los mensajes del cuerpo», agrega. Cuando hay una enfermedad, suele avisar con un dolor en el pecho de tipo opresivo -«como una plancha o como que te ponen una pata de elefante encima», ilustra el médico-. Esa sensación puede aparecer frente a un esfuerzo específico, como subir un repecho, y calmarse con el reposo. Ese es el mejor escenario «porque significa que hay una lesión fija», en cuyo caso se debe consultar para diagnosticar o descartar una coronariopatía. También hay que estar atentos frente a dolores en brazos o espalda, la falta de aire desproporcionada frente a un esfuerzo habitual y la sudoración intensa asociada a dolor en el pecho.
Los niños y una dieta saludable
“La mala dieta de los niños es un problema que vemos manifiesto sobre todo en el sobrepeso infantil”, apunta la nutricionista Gabriela González, quien agrega que “no tenemos buenas estadísticas. Hay problemas; lo ves en la escuela con la merienda”. Si bien elogia la implementación de la ley de merienda escolar saludable vigente desde marzo, entiende que la idea debe ser extensiva al hogar. “Hay mucho para trabajar en la alimentación de los niños. A través de la ley se intenta una alimentación más saludable y desestimular el consumo de lo negativo. Los niños son un tema y es donde se sientan las bases del futuro. Pero ellos no toman las decisiones finales, hay que trabajar con la familia”, dice González. En este marco, esta Semana del Corazón la CHSC presenta Las recetas de los mejores, un libro para público infantil con información nutricional en el que los deportistas Antonio Pacheco, Álvaro Recoba, María Noel Riccetto, Rodolfo Collazo, Alejandro Foglia e Inés Remersaro cuentan cómo se alimentan.
Semana para la conciencia
Mañana es el Día Mundial del Corazón, pero en Uruguay la celebración se extenderá por una semana. “La idea es que la gente medite, tome conciencia de los riesgos, e intente cambiar sus malos hábitos”, dice Mario Zelarayán, director ejecutivo de la Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular. Con este objetivo en mente se llevarán a cabo distintos eventos durante siete días. Mañana, en el marco de una campaña internacional, se llamará a todas las mujeres a vestirse de rojo. Toda la semana, la mutualista Casmu estará instalada en el Mercado Agrícola para medir la presión, peso y talla de los visitantes que lo requieren, a la vez que brindará folletería informativa. La Comisión realizará 100 “pausas activas” en empresas de todo el país, con el fin de difundir la idea de hacer actividad física en el trabajo. También en ámbitos laborales se brindarán talleres de cocina, donde se enseñará a los empleados a armar sus viandas con platos sanos y fáciles de elaborar. Se obsequiará el libro para niños Las recetas de los mejores (ver recuadro). Antel lanzará un servicio de geolocalización por mensajería: bastará_enviar “paro” al 1551 para que llegue al celular un sms con los tres lugares más cercanos donde hay un desfibrilador. Y el martes, la Comisión provocará “un infarto en el corazón de Montevideo”; para saber de qué se trata habrá que acercarse al túnel de 8 de octubre.