Actualmente se sabe que el estrés constituye un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, así como un desencadenante de eventos de este tipo como son el infarto agudo de miocardio. El estrés tiene un efecto directo en la constricción de vasos sanguíneos, en la presión arterial elevada, y una mayor formación de coágulos sanguíneos. Además en forma indirecta suele favorecer que no se mantenga un estilo de vida saludable.
El estrés puede desencadenar alteraciones como arritmias cardíacas, picos hipertensivos, insuficiencia cardíaca, infartos, descompensaciones en la diabetes, entre otras enfermedades.