Ser poco activos físicamente, no alcanzando las recomendaciones actuales y el presentar un comportamiento sedentario prolongado, representan factores de riesgo independientes y con efectos potenciados para el desarrollo de las enfermedades crónicas. Por esto el sedentarismo y la falta de actividad física juntos o de forma independiente, incrementan el riesgo para el desarrollo de enfermedades en la vida adulta (en particular las cardiovasculares), pero desde la infancia ya se van generando consecuencias que determinan lo que pasará en los años siguientes.
Para reducir el perfil de riesgo es clave abordar de forma simultánea la promoción de la AF y la reducción del comportamiento sedentario.
pág. 51 – 52.
En nuestro país, los niños y adolescentes son más sedentarios y menos activos que los adultos según los relevamientos realizados.
Ser más activos y menos sedentarios impactará de forma sinérgica en la protección para nuestra salud (menos gastos en salud, menos internaciones, menos mortalidad) y generará mayor bienestar promoviendo la salud de forma global.
El objetivo es promover la actividad física habitual, en todo ámbito y simultáneamente, reducir los comportamientos sedentarios (aquellos que requieren de poco o nulo movimiento corporal), incorporando el movimiento a nuestra prácticas diarias.